La Corriente
Han pasado ya unas semanas desde que nuestra tripulación de alquimistas zarpó del archipiélago, en el cual habían parado varios días a disfrutar de lo que la tierra firme les brindaba. Finalmente, la conversación mantenida con Marina ayudó a Elena a decidirse por continuar el viaje y aceptar sus dudas y conflictos internos como parte del proceso.
En esta nueva etapa, el equipo afronta un nuevo reto: para llegar a su próximo destino, han de atravesar una gran corriente marina. Este hecho ha suscitado bastante controversia ya que, mientras algunas personas son partidarias de ir a favor de la corriente suponiendo ello tomar un camino notablemente más largo, otras confían en poder trazar una estrategia que les permita atravesar la corriente en diagonal y llegar así con mayor premura al siguiente destino.
Están a escasas veinte horas de encontrarse con ella y, ante la dificultad de llegar a un acuerdo, han decidido convocar una asamblea para que cada persona pueda expresar su posición. Algunos han propuesto preceder la asamblea de una hora de reflexión en soledad en los camarotes, pero tampoco ha habido acuerdo en este punto, así que finalmente se han generado corrillos previos al momento de puesta en común.
Polarización
La reunión se ha ido sucediendo en un tono tenso ante la evidente confrontación de dos posturas aparentemente irreconciliables. A medida que cada persona participaba, parecía sumarse a uno de los dos equipos, repitiendo o reforzando los argumentos ya compartidos. A medida que pasaba el tiempo, se hacía más patente cómo, a pesar del intento de los participantes por mantener el decoro, cada bloque daba vueltas sobre su misma posición sin atisbo de posibilidad para el encuentro. Solo el flemático Nicolás había permanecido callado hasta el momento en que carraspeó para tomar la palabra:
- ¿Sabéis? Todo esto me está recordando demasiado al efecto de aceleración de Coriolis.
- Ya salió el erudito… siempre tan alejado de la realidad. ¡Baja los pies a la tierra, chico! ¿No ves que nos quedan horas para entrar en la corriente? –espetó Carlos con condescendencia mientras señalaba al horizonte–. Necesitamos una visión práctica para tomar una decisión ya.
- Todos habéis tenido vuestro momento y yo también tengo derecho al mío –respondió Nicolás irguiendo la postura–, de manera que prestad atención y veréis si tiene o no una perspectiva práctica esto que os cuento:
Coriolis fue un científico de origen francés que en la primera mitad del siglo XIX definió el siguiente efecto: la fuerza producida por la rotación de la Tierra en el espacio tiende a desviar la trayectoria de los objetos que se desplazan sobre la superficie terrestre; a la derecha en el hemisferio norte y a la izquierda en el sur. Además, esto afecta al agua de los océanos, por lo que las principales corrientes del globo giran en círculos simétricos respecto al Ecuador, dejando a su derecha las aguas más ligeras y a su izquierda las más densas.
- No te sigo Nicolás, ¿estás proponiendo una nueva estrategia? –preguntó Elena interesada por el giro de la conversación.
- Sí, propongo virar a una nueva estrategia Elena, pero no de navegación externa sino de navegación interna de nuestro grupo –aseveró Nicolás haciendo una pausa–. Esto no es fácil de decir pero creo que no nos podemos permitir seguir más tiempo sin hablarlo: Hace tiempo que se ha trazado un ecuador en este grupo y parece que todos hemos de escoger uno de los dos hemisferios. Claramente hay dos personas con dotes de liderazgo y parece que el resto vamos gravitando alrededor de ellos. Sí, Carlos y Sonia, me refiero a vosotros. Esto está llevando a que cada vez que hay que tomar una decisión importante se generen dos frentes que, como con el efecto Coriolis, nos lleva a unos en una dirección y a otros en la contraria. Creo que, si seguimos así, vamos a gastar mucho tiempo y energía, además de perder la diversidad que aportan otras visiones o perspectivas no polarizadas.
Dinámicas encubiertas
Hasta que no desvelamos la dinámica encubierta el grupo, podemos seguir dando vueltas y vueltas sobre lo mismo sin llegar a ningún lugar. Juegos de poder, alianzas, lealtades mal entendidas, motivaciones de venganza, rencor, etc. La realidad externa es un gran escenario en el que se juegan nuestros dramas, tragicomedias o terrores internos y cada cual va tomando roles más o menos conscientes en cada obra.
Además, en función de la dinámica que esté actuando, esto contribuirá a activar una serie de roles y movimientos para definir una configuración concreta. ¿Cuánto de libres somos cuando estamos al servicio de corrientes de las cuales ni siquiera somos conscientes? Por supuesto aplica al entorno organizacional, pero también al ámbito de la ciudadanía y nuestro papel en la sociedad.
Y aquí emerge una pregunta casi ineludible: además de hacerla consciente, ¿podemos cambiar esa corriente? ¿o acaso hemos de resignarnos con ser testigos de ella? Desde luego lo que está en nuestra mano es ver en qué medida participamos de ella, qué es lo que nos está aportando, por qué estamos formando parte de esa y no de otra, qué necesidades ocultas está satisfaciendo estar ahí. Hecho este trabajo, que se dice pronto, quizá podamos, si es que así lo deseamos, dejar de alimentarla y observar la magnitud de su fuerza.
Asimismo, podemos percibir la necesidad de tomar cierta perspectiva del sistema para desvelar estas dinámicas encubiertas. Como Nicolás, personas que pueden parecer más alejadas de lo que está ocurriendo, quizá estén en una mejor posición para notar estos efectos y dar así la oportunidad al grupo para re-enfocar las cuestiones que hayan de abordarse. Es por ello que, una vez más, el silencio y el tiempo para la reflexión son condiciones sine qua non para llevar a cabo un proceso de alquimia.
Liberar el máximo potencial en la organización
Huelga decir que las organizaciones son como océanos en los que actúan diversas corrientes y, así como cada grupo presenta sus propias corrientes o dinámicas encubiertas, cuando ese grupo forma parte de otro mayor se produce una interacción de las mismas, formando lo que en oceanografía llamaríamos un giro oceánico. Hacer conscientes estas corrientes es fundamental para a veces sobrevivir, otras entender qué está pasando y en el mejor de los casos facilitar que las personas y las organizaciones transiten hacia su máximo potencial.
Siempre existirán las corrientes, pero, mientras que algunas nos arrastran a las rocas, otras nos acercan a buen puerto. En la próxima estación veremos hacia dónde les ha llevado ésta a nuestra tripulación alquimista.
Itziar Gómez Aparicio
Miembro del equipo Docente del Máster en Liderazgo Transformacional, Satori Institute
Editado con la participación de Paloma Ruiz Lasa
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