Kimberlé Williams Crenshaw, abogada estadounidense, defensora de los derechos civiles, filósofa y destacada estudiosa de la teoría crítica de la raza, realizó en 1989 un análisis sobre raza y género en General Motors respecto a un caso legal. De este caso generó una teoría que sumamente útil para desvelar los problemas relacionados con la desigualdad y discriminación.
La teoría de la interseccionalidad proporciona un paradigma de investigación dinámico: un prisma desde el cual analizar más detalladamente una gama de problemas sociales para garantizar remedios inclusivos. Define este término como “el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio con base en su pertenencia a múltiples categorías sociales”.
La interseccionalidad sostiene que las personas pertenecemos a más de una comunidad a la vez y podemos experimentar opresiones y privilegios diferentes de manera simultánea. Esto sirve para comprender y evidenciar de manera multidimensional cómo ocurre la injusticia sistemática y la desigualdad social, y cómo las realidades sociales atraviesan a todas estas sumas de identidades de manera diferente.
También es una estrategia dinámica para vincular los motivos de discriminación (por ejemplo, raza, género, clase, identidad sexual, etc.) a contextos y normas históricas, sociales, económicas, políticas y legales que se entrelazan para crear estructuras de opresión y privilegios.
La interseccionalidad, pues, nos permitiría apreciar elementos que a primera vista obviamos, y además muestra que, si alguien se encuentra inmerso en un gran número de identidades oprimidas, estas acabarán provocando opresiones también múltiples.
Ejemplos sobre dinámicas que fomentan privilegios en detrimento de otrxs, podemos encontrarlos de forma sistemática en torno a la desigualdad existente por género y la brecha salarial existente entre hombres y mujeres. El sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda en su último informe[6] afirma que aún tendrán que pasar 121 años para conseguir la igualdad salarial. Calculan que para el año 2142 se romperá definitivamente el muro de la desigualdad salarial entre hombres y mujeres.
En la actualidad, tal y como desgrana el informe, las mujeres cobran 4.948 euros menos que los hombres. Es más, lxs técnicos admiten que las mujeres tendrían que ganar un 27,6% más para igualar el sueldo de los hombres.
Un ejemplo sobre una aproximación interseccional son los Objetivos de Desarrollo Sostenible[7], o agenda 2030, que se articulan claramente desde una perspectiva de justicia social desde la que no puede conseguirse el resultado esperado sin realizarlos todos a la vez y sin privilegiar a ningunos sobre los otros.
En el mundo actual, tanto en el ámbito organizacional como fuera de él, independientemente del tamaño, tarea y negocio, el prisma interseccional ha de ser tenido en cuenta para poder hacer visible lo invisible porque, si no, continuaremos favoreciendo y perpetuando conductas excluyentes y discrimniatorias.
“Si no tenemos una lente que haya sido entrenada para ver cómo se combinan las diversas formas de discriminación, es poco probable que desarrollemos un conjunto de políticas tan inclusivas como necesarias”.
K. Crenshaw